Informe basado en la experiencia adquirida nº 4 en español

Cuando la prueba de embarazo dió positivo, fue un shock para mí. Un shoc que realmente no quieres enfrentarte solo. Qué conveniente que biológicamente se asuma que dos personas están involucradas en un embarazo. Qué molesto es que en una crisis a menudo sólo una persona se queda con la situación.

La inseminación probablemente tuvo lugar unos días antes de la separación de mi novio en ese momento, llamémosle X. Eso me hizo sentir incómoda al contarle lo del embarazo. Como si tuviera que confesar algo que he hecho mal. Como si fuera mi culpa, como si debiera haberlo sabido, como si debiera haberlo evitado, como si lo hice para perjudicarlo. Y yo no hice nada, ya estaba hecho, por los dos. Por eso le conté.

Su reacción no fue de ayuda, por decir lo menos. El tampoco sabía qué decir. Puedo entenderlo porque sentía en la misma manera. Pero a diferencia de él, no podía encogerme de hombros y escapar de la responsabilidad.

Me alejó rápidamente de la idea de quedarme con el niño. Era demasiado joven, no me sentía preparado y, desde mi punto de vista, se esperaba poco apoyo de X.

Me di cuenta pronto que tendría que llevar el trabajo organizativo, psicológico y emocional que conlleva un aborto por mi cuenta. Generosamente X me ofreció que también podía venir a Bremen si yo lo nececitara. Sin embargo, me negué. No porque no lo quisiera o necesitara, sino porque había tanta reticencia en esta oferta que sentí que habría significado más carga que alivio para mí.

Si el hubiera dicho: “Vale, de acuerdo, estoy en esto tanto como tú, lo haremos juntos y lo superaremos”. – ¡Estaría encantado de preguntarselo! Pero para ponerme en una posición en la que tengo que exigir su “apoyo” primero, es mejor que confíe en mí mismo.

Quería abortar rápidamente y me aislé tanto en este proceso que no infororme a nadie en mi alrededor sobre el embarazo hasta que se interrumpió. Rápidamente me busce toda la información que necesitaba. Primero llamé a mi ginecólogo y luego a pro familia para concertar la cita de consulta obligatoria. Y el resto del proceso estaba esperar.

La consulta con Profamilia fue más agradable de lo que esperaba. Mi asesora no intentó hacerme cambiar de opinión y aceptó mi decisión inmediatamente. Lloré durante tres cuartos de hora y ella me explicó durante ese tiempo qué tipos de aborto hay, cómo funcionan, cuánto cuestan, dónde puedo hacérmelos. Era la única persona a la que me abrí en ese momento y encontré la conversación muy tranquilizadora.

Sin embargo, me agobio que no se confíe en los adultos capaces de tener hijxs y que ni siquiera se les permita tomar la decisión de continuar un embarazo sin ayuda externa. Somos perfectamente capaces de tomar decisiones importantes. Especialmente porque estas decisiones nos influyen y determinan a nosotros mismos, nuestros cuerpos y nuestras vidas. El período de espera de una semana después de esta consulta nos obliga a perseverar en un estado en el que nadie quiere realmente perseverar: embarazada, con un nene en su vientre que no quieres tener, que no tendrás por mucho tiempo, pero que ahora tienes que soportar y llevar con tigo esta semana.

Pude hacerme el aborto directamente por mi ginecólogo, lo que me tranquilizó mucho. El dolor era malo, pero gracias a los analgésicos pude soportarlo.

 

 

 

En este contexto, soy consciente de que soy increíblemente afortunada de vivir donde vivo; de tener un seguro médico; de saber que la atención médica no es un problema para mí. El embarazo y los temas relacionados no fueron una amenaza para mi vida, lo cual no es evidente, porque tener un útero es un gran riesgo para la salud de demasiadas personas, lo cual es una terrible injusticia.

Después del aborto no siempre estuve bien. Nunca fue porque me arrepintiera del aborto. Sigo pensando que es la decisión correcta y estoy regularmente feliz de haberla tomado. El aborto no fue una experiencia traumática para mí. Siempre volvería a confiar en mis propios sentimientos. No estaba preparado, y todavía me lo creo. La paternidad no habría sido buena para nosotrxs ni para el nene.

Pero también haría algo diferente de lo que hice: Me haría menos pequeño. Me sentiría menos avergonzada y menos culpable. Buscaba el apoyo de gente que sabía que me ayudaría.

Me enfada y me entristece que los temas de la anticoncepción y el embarazo se sigan achacando tan a menudo a las mujeres*. Que tenía la sensación de ser el único responsable cuando en realidad no lo era.  Que X me aseguró inmediatamente que pagaría la mitad de los costos, pero tomó varios meses, varias investigaciones e incluso una reunión antes de que finalmente me transfiriera el dinero.

Deseo que estos temas, decisiones y recortes fueran asumidos por ambas partes. Deseo que la gente sin útero no se comportara como si no tuviera nada que ver con la reproducción.

Deseo solidaridad y apoyo, independientemente de la situación de la relación o de la simpatía actual. Después de todo, no se trata de un favor, sino de una responsabilidad que debe ser igualmente aceptada por todos lxs involucradxs.

This entry was posted in Redebeitrag, SAD. Bookmark the permalink.